ENTRE
COLUMNAS
Magia sabanera
En días pasados acudí a las
fiestas de corraleja del municipio de Sabanalarga, donde aún se vive con plena
intensidad esa muestra, trágica para muchos, alegre para otros, de lo que es el
folclore de las sabanas del antiguo y gigantesco departamento de Bolívar, hoy
repartidas con Sucre y Córdoba.
Al
doblar una esquina, me encontré de frente con una cantina de esas típicas de
las poblaciones de la región, en donde una docena de contertulios, ataviados
con las ropas tradicionales, incluido el infaltable sombrero vueltiao, departían,
al son de una tonada que hacía muchos años no escuchaba; era “Me voy para la
luna” de autoría de Joaquín Pizarro Vidal.
Este trovador
nació en el corregimiento de Flor del
Monte, municipio de Ovejas, Sucre, en 1925; reconocido poeta, cuentista y
compositor de nuestra música popular colombiana. Fue autor de importantes obras
en prosa y verso, entre las que sobresalen La muerte del Gamonal, Cuentos de
verdad verdad, Siempre que llega diciembre, La promesa de la argolla, Añoranzas;
Gertrudis el jornalero y por supuesto, Me voy para la luna.
Conocí
a este bardo hacia el final de la década de los años 80, gracias a que uno de sus
hijos, Leonidas Pizarro, era muy cercano a uno de mis tíos paternos. Una noche de
vacaciones decembrinas, estando en la puerta de la casa de mis abuelos en la
calle Chacuri en Sincelejo, siendo ya bastante tarde, apareció Leoniditas con
ganas de tomar trago y nos llevó a donde su padre, quien de inmediato mando a
hacer un sancocho y amenizo el rato con su guitarra.
Fue
algo inolvidable ver y oír a este personaje; sentir el amor con que entonaba
las canciones de su autoría, palpar como improvisaba versos y como, en medio de
la parranda, con aire desenfadado, se burlaba de la realidad política nacional.
Basta
con releer la letra de la canción que hiciera famosa Lisandro Meza[i]
para darse cuenta que nuestra realidad actual, es distinta, pero igual, a la de
hace 40 años, cuando este poeta sabanero la escribió:
Me
voy para la Luna
me
voy para la Luna
me
voy para la Luna
a
buscar fortuna.
Como en la luna no habrá
Ospinas,
Rojas ni Lleras,
ni
López, Turbay ni Gómez
María
Eugenia o Doña Berta.
Consigo
grapa y alambre
y
me voy a tirar cerca
pues
yo creo que por ahora
por
allá no llega Incora.
El
escuchar de nuevo esa canción, revivió en mi memoria esa noche parrandera,
cuando por vez primera entré en contacto con lo que era la tierra de una parte
de mis ancestros, en un departamento que, en ese momento, aún era joven, cuando
las cedulas de sus habitantes todavía señalaban a Sincelejo como parte de
Bolivar
Y
mirando a los señores de la cantina de Sabanalarga, disfrutar de esa canción, y
entre risas burlarse de la política actual, me convencí de que no hemos avanzado
nada y que si acaso alguien afirma lo contrario, es porque no se ha percatado
que hemos andado en círculos, para volver al mismo sitio de donde nunca hemos
podido alejarnos.
Es
que causa gracia ver que los apellidos no han cambiado, que los protagonistas
de nuestro universo político no son muy diferentes, y si quien lee no sabe que
era el Incora[ii], no se preocupe, que ya
no existe, siendo reemplazado por otro ente, distinto, pero igual.
Pero
la chispa de este compositor no se limitó, en esa canción, a nuestro medio,
pues también miró hacia el mundo, en una época en que no había internet y la
aldea global[iii] era apenas una mera
referencia intelectual y no una palpable realidad:
Sé
que en la Luna no habrá
fronteras
con Venezuela,
ni
asociaciones de usuarios
ni
campesinos sin tierra.
Ni rusos esclavizando,
ni
chinos buscando guerra,
ni
gringos queriendo ser
los
mandamás en la esfera.
Pues
bien, después de escuchar esta tonada, me metí a la red a ver que era de la
vida del genial autor, y con dolor descubrí que había fallecido en el 2011. Me invadió
un sentimiento de culpa pues jamás lo volví a ver después de aquella noche, muy
a pesar que coincidí muchas veces con su hijo, tanto en Bogotá como en
Sincelejo, y aunque siempre preguntaba por el, no me tome el trabajo de
visitarlo, y ya era muy tarde,
Curiosamente,
la información sobre su fallecimiento la encontré en un blog mexicano. Si, solo
la prensa regional cubrió la noticia de su muerte, y esta dio la vuelta al
mundo de la mano de páginas extranjeras, pues parece que en nuestro país, cada día
se olvida mas a los cultores de lo propio, reemplazándolos por figuras
comerciales, nacionales y foráneas, que nada aportan a nuestra cultura, siendo
meros productos de reventa, con letras intrascendentes y mensaje reprobable. Olvido
por lo nuestro y desconocimiento de lo autóctono, más valorado en el extranjero
que en nuestros lares.
Fue
así, en una esquina de Sabanalarga, en medio del ambiente de unas corralejas,
que la fibra de mi ser volvió a vibrar con el amor por lo autóctono, por
nuestra identidad regional, una identidad que, golpeada duramente por una colonización
cultural, tanto extranjera como interiorana, está siendo desplazada
inmisericordemente.
Y
de nuevo sentí en mis mejillas el frescor de la brisa nocturna, percibí el olor
del sancocho, y escuche de nuevo esa voz que, con ritmo acompasado, me mostraba
que la sabana era un espacio con identidad propia, donde sus hijos, sin olvidar
sus raíces y su entorno, eran conscientes del universo en que les tocaba vivir.
Porque
si uno sabe cómo y dónde mirar, lugares como Sabanalarga se convierten en una
ventana a una sociedad distinta, donde hay valores distintos, vestidos
distintos y comidas distintas, donde aún se escuchan los versos de Joaquín
Pizarro, pero que poco a poco está desapareciendo, absorbida por una mal
entendida modernidad, que borra de un plumazo todo aquello que sea diferente y
no se amolde a lo general.
FABIAN VELEZ PEREZ
velezperez@operamail.com
OCTUBRE 2013
[i] Lisandro Meza (El Piñal, Los Palmitos, Sucre 26 de septiembre de
1939) es un acordeonista, músico y cantante colombiano. En sus más de 50 años
de carrera musical ha grabado más de 110 discos en diferentes ritmos; desde la
tradicional cumbia, el porro, paseo y vallenato.
[ii] Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. INCORA institución del Estado
Colombiano encargada de promover el acceso a la propiedad rural y su
ordenamiento social, ambiental y cultural para propiciar el desarrollo
productivo sostenible de la economía campesina, indígena y negra, mediante la
redistribución democrática de la propiedad, la conformación de empresas básicas
agropecuarias y el fomento a los servicios complementarios de desarrollo rural.
Creado en 1960, fue suprimido en 2003
[iii] El término fue
acuñado por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan. El concepto
aparece varias veces en sus libros The
Gutenberg Galaxy: The Making of Typographic Man (1962) y Understanding Media(1964) y probablemente
se haya popularizado a partir de estos. En 1968, McLuhan lo utilizó en el
título de su libro Guerra y paz
en la Aldea Global. McLuhan se refiere a la Aldea global como un cambio producido principalmente por la radio el cine y
la televisión, medios de comunicación audiovisual que difunden imágenes y sonidos de cualquier
lugar y momento y ocupaban un espacio cada vez más importante en el hogar y la
vida cotidiana,
Felicidades muy buena columna y mas tratándose de mi abuelo jose joaquin pizarro vidal me llena de felicidad que todavia se escuchen sus composiciones y que haya gente que lo recuerde
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