ENTRE
COLUMNAS
FALACIA
POPULISTA
Hace
pocas horas, el Procurador General de la Nación hizo pública su decisión de
sancionar con destitución al alcalde de Bogotá, y de inmediato surgieron los
argumentos baladíes para tratar de deslegitimar esa decisión.
No
comparto integralmente el contenido de la manifestación del ente sancionador,
pero sí tengo claro que es esa la autoridad legítima para acometer la
desagradecida labor de colocar en su sitio a aquellos que, valiéndose de las
necesidades del pueblo, fabrican un falso telón de fondo para que les permita
cometer arbitrariedades.
Pero
como aquí me referiré a las banales manifestaciones de la defensa, nada más ridículo
que argumentar que un funcionario de elección popular no es susceptible de ser
disciplinado por el ente constitucionalmente previsto para ello.
Defender
esa posición, y hay que ver que más de un abogado lo repite como loro sin darse
cuenta de lo absurdo de su dicho, es lo mismo que decir que el voto popular
legitima los actos absolutistas por el solo hecho de haber elegido al
funcionario de turno que lo comete.
No sé
si alguno tenga memoria histórica, pero debo recordarles que Hitler llego al gobierno
de Alemania por las urnas y no por la armas, y lo primero que hizo al ejercer
el cargo de canciller fue restarle poder a lo organismos de control o, en su
defecto, poner en cabeza de ellos a funcionarios adeptos a su ideología, lo
cual tuvo como consecuencia que desapareciera el equilibrio entre las
diferentes ramas del poder público, que en la democracia moderna deben llevar a
cabo el juego de pesos y contrapesos que impidan que una sola rama maneje todo
el árbol.
Pues
bien, lo que en este momento ocurre, al manifestar los seguidores del
sancionado alcalde, que el ente investigador no tiene legitimidad para actuar
frente a los funcionarios electos, no es más que una falacia populista de la más
baja estopa, diseñada con el único fin de alimentar a las masas.
Porque
si ustedes leen entre líneas el contenido de los discursos que a esta hora
resuenan a pocos metros del balcón que hiciera famoso Don José Acevedo y Gómez,
encontraran que nadie, absolutamente nadie, se refiere a las conductas que en
desmedro del interés público, supuestamente realizó el arbitrario burgomaestre.
¿Dónde
está el análisis jurídico de los defensores del sancionado? ¿Dónde están las
pruebas que controviertan el dicho del procurador? ¿Dónde están los argumentos
que destruyan la teoría del caso disciplinario? Al parecer no existen; simple y
llanamente se realiza un escándalo público que sirve de nutriente a aquello que
están dispuesto a oír y repetir cualquier cosa que parezca realidad, así el
sentido común opine otra cosa.
FABIAN VELEZ PEREZ
velezperez@operamail.com
DICIEMBRE 2013
que las tima que una persona que conoce la luz tenga tan poca claridad en este golpe ala democracia , creer en un nefasto procurador guiado por su dogmatismo y por su poca eficacia e imparcialidad, en todos los proceso , y la forma irregular y mafiosa con que lleva la institución que preside .Bueno el tiene mucha cuota burocrática
ResponderEliminar¿Desde cuando la violación de la ley es patrimonio exclusivo de un sector político? Todos los funcionarios públicos están obligados a cumplir la ley y este caballero no es la excepción. El apego a la ley es la mayor garantía del Estado de Derecho y desconocer eso es promover es desorden institucional y realizar la gestión publica según el capricho del funcionario de turno, que de esa forma convierte la administración en su feudo particular. Si eso lo hace un jefe de estado, se conoce como dictadura.
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