ENTRE COLUMNAS
¿CIUDAD
MODELO?
Se
viene escuchando con insistencia que nuestra ciudad ha evolucionado de forma
sorprendente y que debe ser tomada como ejemplo de cambios cívicos...
Respeto
profundamente a aquellos que así opinan, mas sin embargo, lo de ejemplo de
civismo no me queda tan claro cuando, como ciudadano del común, salgo
diariamente a las calles y me encuentro con situaciones como las que mas
adelante detallo, que me llevan a pensar que es mas la propaganda que otra
cosa.
Por
ejemplo, seguimos siendo una ciudad donde los taxistas ponen las tarifas a su
antojo, en una constante lucha con los usuarios del servicio, pues cada día se
inventan algo para subirle al cobro del transporte. Que eso es muy lejos, que
es muy tarde, que ese sector es feo, que hoy es feriado, que es carnaval, que
es navidad, o simplemente por que me da la gana.
La
solución a la guerra por el valor de la carrera es el taxímetro y curiosamente
los últimos modelos de taxis incorporados al servicio traen un sistema
electrónico de ubicación satelital que ademas provee a los vehículos de dicho
servicio, pero como no ha sido posible implementar de forma obligatoria y
general el uso del taximetro, queda este como mera curiosidad.
Otra
situación que mas bien mueve a la risa, es que en una ciudad que se enorgullece
de su nuevo sistema de transporte masivo, se permita que los buses
intermunicipales recorran las principales vías del perímetro urbano, e
impunemente presten servicio de transporte publico, en desmedro de las rutas y
servicios legalmente establecidos.
Eso
sin mencionar las estaciones piratas de transporte intermunicipal que pupulan
por toda la ciudad, convirtiendo cualquier sitio en centro de despacho,
ocupando de manera franca las vías publicas en beneficio particular, poniendo
ademas en riesgo la integridad física de los pasajeros.
Mientras
tanto, tenemos una terminal de transporte subutilizada y nadie habla de
establecer terminales satélites que permitan organizar el transporte
intermunicipal, con estándares de calidad y seguridad y sin que se afecte el
servicio de transporte urbano.
En
cuanto a los andenes, cualquiera monta un negocio y sin mayor demora, va
colocando mesas en la acera para servir comidas o bebidas, convirtiendo el
espacio publico en restaurante o cantina según el caso, vendiendo sus productos
a precios bajisimos, ya que no paga impuestos de ninguna clase, siendo la
comida callejera mas barata que cocinar en casa
y las bebidas casi que a precio de distribuidor
Pero
el particular que desea iniciar el mismo tipo de negocio, pegándose a la ley,
se ve inmerso en un mar de permisos, licencias e impuestos que le impiden, en
la practica, competir con el usurpador del espacio publico, aparte de tener que
pagar servicios públicos de estrato comercial.
Y ya
que hablamos de los andenes, Barranquilla es el mayor parqueadero a cielo
abierto del país, pues nadie tiene recato en subir su carro a la acera, sin que
la autoridad diga nada al respecto, obstaculizando el paso de los peatones,
quienes ademas, en muchos casos, se ven obligados a tener que caminar por la
calle, exponiéndose a ser arrollados, ya que su espacio natural, el anden, esta
siendo ocupado por un vehículo.
Del
centro de la ciudad casi ni dan ganas de hablar, pues en un intento por cambiar
la imagen de abandono de este sector, se procedió a la remodelación de la Plaza
de San Nicolás, la cual quedo espectacular, pero llegar a ella es toda una
odisea, ya que se encuentra rodeada por calles que, concebidas para el trafico
vehicular, se tornan de imposible transito ante la aglomeración de casetas y
chazas que obstruyen por completo las vías de acceso, y que impiden que
semejante inversión sea productiva en si misma.
Eso
sin mencionar el lamentable espectáculo que cada tarde se ve en el centro
cuando vendedores ambulantes, con carretillas repletas de frutas y verduras,
aparecen de la nada y ocupan carriles enteros de las vías, provocando un caos
que va aparejado con inseguridad, sin que ninguna autoridad se haga presente.
Lo
peor de todo es que esta permisividad de la autoridad civil ha generado la
sensación en buena parte de los habitantes de la ciudad que eso esta bien, que
eso es lo correcto, que así es que deben ser las cosas y que nunca deben
cambiar, escuchándose con insistencia la frase mas lapidaria para Barranquilla:
“es que siempre ha sido así”
Viendo
todo esto, lo de ciudad modelo se antoja verdaderamente absurdo, por no decir
ridículo, puesto que es mas que evidente que, aunque la ciudad ha crecido
económicamente, las condiciones de
convivencia y respeto siguen siendo mínimas, al punto que es previsible que, en
ese sentido, opere una de las leyes de Murphy: “no importa cuan mal este la
situación, siempre tiende a empeorar”
FABIAN
VELEZ PEREZ
velezperez@operamail.com
Octubre
2011
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