domingo, 21 de julio de 2013

EL VIRUS DEL CARNAVAL

ENTRE COLUMNAS

EL VIRUS DEL CARNAVAL

Así como  existen  enfermedades que le amargan la vida al hombre, existen otras que se la alegran.

El carnaval es una de esas enfermedades, que a medida que se acerca el mes de febrero, se va propagando cual pandemia que va inoculando a toda una ciudad.

Algunos de los infectados padecen la enfermedad durante cuatro días pero otros, nunca logran reponerse de esa dolencia y durante el resto de su vida padecerán los síntomas de alegría y jolgorio que caracteriza ese virus que se llama carnaval.

Ellos son los que cada doce meses salen a las calles de Barranquilla a mostrar cuan enfermos están, y como aquel paciente cínico quieren, deambulando disfrazados por las calles, infectar a todo el que se cruce con ellos y por eso, las zonas de riesgo de infección varían según donde se presenten las danzas y comparsas.

Son ellos quienes realmente sostienen las tradiciones carnestolendicas por que son ellos y mas nadie, los que llevan a sus espaldas mas de un siglo de tradición carnavalera, pues el virus del dios Momo no solo se contagia por contacto, sino por vía genética, ya que en algunos casos, son generaciones enteras de una misma familia quienes reproducen los síntomas que enorgullecen a dichos pacientes.

Los caracteriza además, el deseo de no dejarse curar, aunque muchos no infectados lo intenten, arrojándoles espuma con olor a perfume, la cual simplemente los paraliza por un momento, o les arruina el maquillaje, que es otro de los síntomas del mal.

Sin embargo, y pese a ello, siguen adelante, por encima de las faltas de respeto de esos padres desconsiderados que se empeñan en darle a sus hijos un tarro de espuma, garantizando así que su prole no se infecte de carnaval, pero no logrando curar a quienes ya están infectados.

Es en ocasiones la propia organización del carnaval la que intenta curar ese endémico mal, cuando organiza eventos de forma improvisada, poniendo en riesgo la integridad física de los enfermos, como cuando, en reciente guacherna, encajonaron en una cuadra a todos los grupos danzantes, tal vez queriendo así contener el riesgo de infección, pero no contaron con que los contagiados se sobreponen a todo eso, para seguir adelante propagando su enfermedad.

Por que pese a que muchos no se den cuenta, esa enfermedad llamada carnaval hace parte del espíritu de Barranquilla, está atada a su alma y esencia, y tan arraigada en el corazón del currambero, que cuando por esos azares del destino, alguno de nosotros se encuentra lejos, en otras latitudes, el sábado de carnaval nuestra mente viaja hasta la Vía 40 y rememora aquellos momentos de alegría cuando, enfundados en un disfraz, o acomadados en un palco con papayera a bordo, disfrutamos por última vez de un episodio más de nuestra dolencia preferida, el carnaval de Barranquilla.

Y para terminar, una anécdota de lo que es el espíritu barranquillero en carnaval.

El viernes pasado asistí a un evento dentro del Estadio Romelio Martínez con un grupo de amigos.

Bien entrada la noche y ante el elevado consumo, un vendedor de cerveza, al ver que se le agotaba el producto, se vio obligado a dejar solo el negocio. Casi que inmediatamente comenzó a llegar clientela que requería cerveza y no había quien se la surtiera.

Uno de esos personajes mostro la clara intención de aprovechar la ausencia del vendedor y tomar algunas latas sin pagar. En ese momento, el doctor Cesar Meza, quien hacia parte de mi grupo, se puso al frente de las neveras de icopor y comenzó a vender cerveza a nombre del humilde comerciante quien no aparecía, y cuando llega, con sorpresa encuentra a nuestro amigo administrando el negocio.

Mi querido hermano Cesar, espero que cuando llegues a magistrado, conserves ese noble y honrado espíritu que te caracteriza y que demuestra que el barranquillero es un ser especial y diferente y por eso hace de su fiesta algo único en todo el mundo.

FABIAN VELEZ PEREZ
velezperez@operamail.com


febrero 2012

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