domingo, 21 de julio de 2013

ARRIEROS SEMOS

ENTRE COLUMNAS

ARRIEROS SEMOS

En días pasados, tuve la oportunidad de asistir a las corralejas que hacen parte de las celebraciones anuales del municipio de Sabanalarga, y para ello tome camino hacia el sur del Atlántico, pero con sorpresa me encontré que esta ciudad queda ahora al oriente de Antioquia.

No se asombre amigo lector, pues se nota que hace rato no da una vuelta por esta localidad, en donde el principal hotel se llama “Los Propios Paisas”, uno de los mejores restaurantes es “La Fonda Paisa” y el estelar sitio de recreación, con canchas deportivas y piscina incluida, se denomina “La Sede Paisa”.

Aparte de ello, el grueso de los ganaderos de la región es de origen antioqueño, lo mismo que gran parte de los comerciantes establecidos allí.

Mas allá de los evidentes beneficios económicos y laborales que esta incontenible migración antioqueña ha traído a la región, esta el tema de la cultura autóctona sabanera, que poco a poco esta siendo absorbida por la cultura montañera, en lo que puede ser denominada como una nueva colonización antioqueña.

En la segunda mitad del siglo XIX, Colombia fue testigo de una de las mayores gestas históricas posteriores a la colonia. La colonización antioqueña.

Durante mas de medio siglo, los arrieros recorrieron lo que hoy son los departamentos del Quindío, Risaralda, Caldas, norte del Valle y parte del Tolima, fundando ciudades y  creando un modus vivendi que, con el paso de los años, convirtió a la cultura paisa en la de mayor empuje económico en nuestra nación.

La idiosincrasia antiqueña se convirtió en etiqueta de prosperidad, progreso y esfuerzo, identificándose con el trabajo duro, el sacrificio y la entrega por una causa.

Una vez terminada la colonización, se dio la consolidación de esta sociedad, de corte patriarcal, religioso y conservador, formándose clanes familiares que, en algunos casos, aun perduran.

Allí terminó la primera colonización, la cual se orientó principalmente hacia el sur oriente de Antioquia.

Hacia los años 80 del siglo pasado, la sociedad paisa comenzó una nueva etapa de colonización, sustentada en su poderío económico y su preponderancia política a nivel nacional, pero ahora dirigida hacia el caribe colombiano.

De esta forma, Tolú y Coveñas se convirtieron en las playas de Medellín y, de una forma u otra, las tradicionales familias ganaderas de Sucre y Cordoba, debieron ceder sus espacios a los nuevos dueños del sector pecuario, quienes inmediatamente comenzaron a traer a sus propios capataces para que administraran sus feudos, mismos que a su vez trajeron a sus familias para asentarse en esta nueva tierra prometida.

Consigo trajeron su licor, sus viandas y su música, su acento y su cultura en general, comenzando a verse tantos carrieles y ponchos como otrora sombreros vueltiaos.

Esta segunda oleada de colonización aun no se ha detenido, como pude palparlo el fin de semana anterior durante las fiestas de Sabanalarga, en donde las tradicionales corralejas han sido, en el mejor de los términos, colonizadas por los hacendados de origen antioqueño.

En cuanto a la música, ya no sorprende escuchar en algún establecimiento una canción de carrilera, y el acento propio del interior, se escucha aparejado con el tradicional sabanero.

Así, poco a poco, la segunda colonización ha venido penetrando desde la región sabanera, a través de Bolivar y se ha acercado a Barranquilla por la carretera de la Cordialidad, teniendo una avanzada ya reconocida en el centro de la ciudad.

Y sin embargo, pese a que muchos se quejen de ver la indumentaria paisa revuelta con la caribeña, es innegable que estos modernos colonos están aportando un nuevo empuje a estas tierras, con una inyección económica importante y una dinámica comercial innegable.

Así las cosas, mas temprano que tarde, en nuestra ciudad  se trabajara a ritmo paisa, se comeran frijoles con garra y se cantara carrilera a medianoche.

FABIAN VELEZ PEREZ
velezperez@operamail.com


Octubre 2011

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