ENTRE
COLUMNAS
LLEGÓ
NAVIDAD
En
esa bella época de nuestras vidas llamada infancia, la llegada de
diciembre significaba diversión, regalos, risas y en general
alegría; era la oportunidad de jugar durante días enteros con mis
primos, ver toda la semana a mis tías y esperar con ansiedad la
visita de los familiares que vivían lejos.
Eran
un cúmulo de sentimientos que iban poco a poco agolpándose en mi
interior y que me hacían rebosar de dicha; las mañanas se veían
diferentes, la música era distinta y en general toda la vida diaria
se trastocaba, convirtiendo la temporada navideña en un éxtasis de
sensaciones que, una vez pasadas, me hacían esperar con ilusión el
siguiente diciembre.
Si
bien es cierto, con el paso de los años, esas sensaciones se van
haciendo menos perceptibles, no deja de ser reconfortante el inicio
de la temporada navideña; sin embargo, los intereses comerciales
hacen que desde que llega noviembre, los almacenen se vistan de Papa
Noel, alargando la temporada de fin de año a casi dos meses, lo cual
ha hecho que en gran medida, se pierda la percepción de mes especial
que tenia diciembre.
Pero,
para mi, así la decoración de los almacenes me lo diga un mes
antes, la navidad empieza el 7 de diciembre, víspera del día de las
velitas.
Basta
con que escuche los primeros compases de “Las cuatro fiestas”,
para que me convenza que llego la navidad, y por un instante, vuelvo
a sentir en mi interior aquella ansiedad infantil, deleitándome con
las caricias de la brisa caribeña, convencido de que esa brisa solo
sopla en ese mes donde el sol tiene un brillo diferente, dando inicio
a un torrente de emociones que solo terminara a la medianoche del día
31, cuando le de a mis seres queridos el feliz año.
Entonces,
sin proponermelo, comienzo a pensar en toda la alegría que
representa la navidad, a esperar la llegada de ese familiar que vive
lejos para disfrutar del abrazo del reencuentro y a organizar cada
día del mes para aprovechar al máximo ese ambiente especial que se
respira por una sola vez en el año.
Y
la madrugada del 8, cuando vea los faroles iluminando la ciudad, seré
otra vez aquel niño que le pedía a su tia Conchi mas triquitraquis,
por que había llegado la navidad.
FABIAN
VELEZ PEREZ
velezperez@hotmail.com
diciembre
2015