lunes, 4 de mayo de 2020

FIEBRE Y SABANAS


ENTRE COLUMNAS
FIEBRE Y SABANAS


“El gobierno, en la mejor condición,
 es un mal necesario;
y en la peor es insoportable.”
THOMAS PAINE[1]


Durante la historia de la humanidad se han intentado diversas formas de gobierno; hemos visto pasar teocracias, monarquías, republicas, oligarquías o dictaduras. Hemos tenido estados absolutistas, socialistas, comunistas, democráticos o confesionales. También pasamos por sociedades patriarcales o matriarcales; el poder se le ha entregado al rey, al parlamento, a la iglesia, al caudillo, al ejército, al partido, al pueblo y hasta a dios.

Pese a todos esos ensayos, ninguna de esas formas de organización social, estatal o política ha logrado una plena satisfacción de las necesidades humanas de sus miembros. Por más que se le dé vueltas al asunto, siempre un grupo termina sometiendo a otro; siempre se establece un grupo privilegiado que busca justificarse forjando mitos fundacionales; tomando el poder a partir de un supuesto enemigo nacional; creando una falsa sensación de seguridad que le asegure el real control del Estado y sus recursos.

Y cada grupo que asume el poder, comienza a formar organizaciones juveniles de carácter deportivo o académico que en realidad constituyen aparatos de reproducción ideológica del Estado, buscando de esa manera apuntalar el dominio que se ostenta.

Todos, absolutamente todos, se muestran como benévolos, solidarios, benefactores, garantes de la seguridad y la paz, heraldos del buen vivir, y sobre todo, desinteresados en función del “pueblo”.

Si uno revisa la teoría política o constitucional de cada forma o estructura de gobierno, encuentra que los fines del Estado, generalmente sociales y humanitarios,  siempre están formalmente garantizados por el grupo dominante y su ejercicio del poder, creando simultáneamente la ilusión de que todos pueden participar de los beneficios, sean económicos o sociales, que se van a generar.

Pero todos han fracasado, han caído, han  desaparecido, se han distorsionado y finalmente, se han corrompido.

Y cuando se comienzan a evidenciar los síntomas de decadencia, surgen inmediatamente los adalides de las ideas políticas, que vienen a explicar el porqué del fracaso, el porqué de la corrupción, el porqué de la caída y al mismo tiempo nos traen la fórmula mágica que va a arreglar todo, generalmente trasmitida a través de un libro, un manual o un texto sagrado.

Miren la historia; siempre aparece un grupo, encabezado por el nigromante político de turno que, manual en mano, enseñará el camino de la prosperidad, el bienestar y la estabilidad. Nunca falla; siempre llegan cual canto de sirenas a endulzar los oídos de aquellos que necesitan con urgencia un líder, una idea, un partido, un caudillo o un dios al cual seguir y ellos, cual medico quimérico, llegan con la receta perfecta que borrara todos los males.

Luego, entronizados en el poder, habiendo desplazado a los líderes e ideas anteriores, modificado el Estado, o la forma de gobierno, comienza de nuevo a dar vuelta el molino, realizando nuevamente una espiral que, amplia o corta, invariablemente va a terminar en fracaso.

Eso sin contar los casos en que el golpe de gracia al sistema y al grupo, viene allende de las fronteras, cuando otro estado llega y simplemente engulle al existente.

En el pasado, este fenómeno se cristalizaba a través de revoluciones, derrocamientos, crisis económicas, golpes de estado e invasiones bélicas.

Pero la constante siempre es que lo que llega, va a funcionar mejor que lo que se va, y ahora sí, vamos a solucionar esos problemas que el otro no pudo arreglar.

Todo esto permite llegar a una conclusión alternativa: tal vez no hemos encontrado la forma perfecta de gobierno o tal vez no existe ninguna forma perfecta de gobierno.

Y sin embargo, tal vez, solo tal vez, el problema no esté en el guion de la obra, sino en los actores que la interpretan, pero preferimos pensar que la fiebre está en las sabanas.



FABIAN VELEZ PEREZ
velezperez@gmail.com



[1] Thomas Paine (Thetford, Norfolk, 29 de enero de 17371​-Nueva York, 8 de julio de 1809) fue un político, escritor, filósofo, intelectual radical y revolucionario estadounidense de origen inglés. Promotor del liberalismo y de la democracia. Es considerado uno de los Padres fundadores de los Estados Unidos