jueves, 14 de septiembre de 2017

SE NOS VA LA VIDA

ENTRE COLUMNAS
SE NOS VA LA VIDA

En estos días, ha circulado la sentida carta del ministro de salud, Alejandro Gaviria, que el tituló “Las Cosas Que Me Gustaría Hacer”, en donde en tono nostálgico, nos expresa sus sentimientos internos y sobre todo aquello que, aparentemente, se le está quedando en el tintero, teniendo en cuenta la penosa enfermedad catastrófica que padece.

Pero más allá de lo dolorosa de su situación, me queda una duda, una inquietud, una curiosidad, que opaca un poco el sentido de la carta y todo lo que ella contiene.

Me refiero a que, si eso es lo que desea hacer, ¿Por qué no lo hizo en su momento?

Alejándonos del ministro y su laberinto, me viene a la mente una frase de Isaac Asimov: "Si cada año estuviéramos ciegos por un día, gozaríamos en los restantes trescientos sesenta y cuatro."

Sí, estamos ciegos, pero no propiamente porque nuestros ojos no funcionen, sino porque no vemos el mundo a nuestro alrededor, a pesar de vivir en el.

Sí, estamos ciegos, porque no nos damos cuenta que la vida es una sola, que no podemos dar marcha atrás, y que cada día es una oportunidad perdida para hacer algo.

Sí, estamos ciegos, porque no valoramos lo que tenemos, y nos creemos merecedores de todo, como si por derecho divino nos correspondiera tener esto o aquello

Sí, estamos ciegos, porque no nos damos cuenta que el poder es efímero, que se puede obtener o perder en cualquier momento, y que no nos hace mejor o peor persona.

Sí, estamos ciegos, porque no nos damos cuenta que el dinero no es de nadie, y a la vez es de todos, que hoy tenemos pero no sabemos mañana.

Sí, estamos ciegos, porque no valoramos a las personas por lo que son, sino por lo que tienen, por el color de su piel o por su origen.

Sí, estamos ciegos, porque no aprovechamos el tiempo que nos da la vida para ser felices, sino que nos dedicamos a malgastar ese tiempo irremplazable en asuntos irrelevantes, incluso dejando de dedicar tiempo a nuestros seres queridos, porque el trabajo así lo impone. 


Luego de pensar esto, y viendo la carta del ministro, creo que solo ahora, en momentos difíciles, fue que abrió los ojos para ver todo esto,

Y que nos sirva de lección, que el poder, el dinero y la fama, son apenas aditamentos de la vida, pero no son la vida. Que los cargos, títulos, honores y posiciones, son algo pasajero, que no alcanzan para remplazar lo que en verdad significa la existencia.

Muchas personas, solo en trance de muerte, es cuando se percatan de eso, y es en ese momento, cuando pretenden hacer lo que siempre quisieron a hacer, decir lo que siempre quisieron decir y valorar, lo que siempre dieron por sentado.

Descubren, con infinito dolor, que el respeto no se gana con muestras de altivez y arrogancia, sino con seriedad y honestidad; otros descubren que se pasaron la vida temiendo al qué dirán, temiendo a un jefe, temiendo a un tirano y, aun peor, temiéndole a la verdad.

En resumen, la vida hay que vivirla, porque el tiempo que pasamos en ella es prestado, no trae fecha de caducidad, y si esa fecha llega, ojala no tengamos que pensar que la vida se nos fue, y no la disfrutamos.


FABIAN VELEZ PEREZ
velezperez@gmail.com

Septiembre de 2017